El día que Gisella Bayona descubrió que era la obsesión del ‘Niño del terror’

El día que Gisella Bayona descubrió que era la obsesión del ‘Niño del terror’


La imagen parecía salida de una película de suspenso. En un viejo video de archivo, un joven recluido en un centro de menores se muestra tranquilo durante una entrevista. Habla frente a la cámara, se mueve con naturalidad. Sin embargo, lo que heló la sangre de Gisella Bayona no fue el muchacho, sino el escenario detrás de él: la pared estaba tapizada con fotografías suyas, desde su participación en el Miss Ecuador de 1994 hasta sus primeros años en la televisión nacional.

Un recuerdo que causa escalofríos a Gisella Bayona

“Eran todas mis fotos. Toda la pared estaba forrada con mi imagen. Sentí terror, una vulneración inmensa por mi profesión”, relató Bayona en el pódcast House of Jose. A sus 52 años y con más de tres décadas en el periodismo, la presentadora asegura que aquel momento marcó un antes y un después en su forma de entender lo que significa ser figura pública en el Ecuador.

El hallazgo no solo fue perturbador, también removió temores personales. “Cuando mi ex pareja lo vio en el documental, me dijo: ‘Mira a lo que te expones tú, a lo que nos expones a nosotros y a nuestros hijos’. Fue un golpe durísimo. Sentí miedo, pero también un recordatorio de lo frágil que es nuestra seguridad frente al fanatismo o la obsesión”, confesó.

¿Quién era el ‘Niño del terror’?

El adolescente detrás de esa macabra devoción era Juan Fernando Hermosa Suárez, conocido como el Niño del terror, el asesino en serie más joven en la historia del Ecuador. Nacido en Shushufindi en 1976, su infancia estuvo marcada por el abandono y la violencia. A los 15 años ya lideraba una pandilla en Quito y pasaba su tiempo en bares, discotecas y salas de videojuegos en La Marín y el Puente del Guambra.

En apenas cuatro meses, sembró el pánico en la capital. Con una pistola de 9 mm asesinó a 23 personas: ocho taxistas, once hombres homosexuales, un chofer con su ayudante y otras dos víctimas más. Los crímenes, cometidos principalmente los fines de semana, dejaron a Quito sumida en el miedo.

Magnetismo oscuro

Tras su captura, Hermosa fue recluido en una correccional de menores dirigida por jesuitas. Allí, lejos de perder influencia, cultivó un inquietante magnetismo. Testimonios de la época señalan que lograba seducir incluso a trabajadoras sociales que lo visitaban. Esa capacidad de atracción, tan peligrosa como contradictoria, explica por qué su historia se entrelazó de manera siniestra con la de Gisella Bayona.

Ella nunca lo entrevistó ni tuvo contacto personal con él. Sin embargo, su imagen fue parte del universo privado de Hermosa durante su encierro. Décadas después, Bayona aún no logra borrar de su memoria la sensación de vulnerabilidad que la invadió al verse convertida en la obsesión de un asesino adolescente.

Gisella Bayona: entre la fama y el riesgo

La periodista, hoy presentadora de noticias en TC Televisión, asegura que este episodio la hizo reflexionar sobre el costo de la exposición pública. Ser mujer y periodista, sostiene, implica enfrentarse no solo a la crítica o la presión social, sino también a los peligros derivados de la obsesión y el fanatismo. Un recordatorio de que la fama puede traer consigo un lado oscuro y amenazante.



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