LUTO
A los 69 años, Miguel Ángel Russo dejó el banquillo y la vida, tras una larga y valiente lucha contra el cáncer. Pero en el universo del fútbol, su nombre no se apaga: queda grabado en la historia como uno de los entrenadores más respetados de Argentina y de América Latina.

Desde 2017, cuando le diagnosticaron cáncer de próstata, Russo convivía con la enfermedad con la misma disciplina con la que preparaba sus equipos. Ese año, mientras dirigía a Millonarios de Colombia, decidió no detenerse.
“El fútbol también me cura”, solía decir. Y lo demostró en la cancha: llevó al conjunto bogotano al título del torneo colombiano ante Independiente Santa Fe, y meses después, a la Superliga, a pesar de los tratamientos y las recaídas. Quienes lo conocieron recuerdan a un técnico que combinaba serenidad con exigencia.
En los entrenamientos no levantaba la voz, pero su presencia imponía respeto. “Russo era de esos que no necesitaban gritar para hacerse escuchar”, comentó alguna vez Juan Román Riquelme, su capitán en el Boca Juniors campeón de la Libertadores 2007.
Aquel equipo, sólido, inteligente y con alma copera, fue su obra maestra. Ese mismo año, perdió ante el Milán de Kaká en la final del Mundial de Clubes, pero su figura quedó inmortalizada. Luego volvería al club en dos etapas más: la segunda entre 2020 y 2021, donde sumó una Superliga y una Copa de la Liga Profesional, y la tercera, iniciada este año, que la enfermedad lo obligó a dejar antes de tiempo. Su último partido en el banquillo fue el empate 2-2 ante Central Córdoba, el 21 de septiembre.
Se mantuvo sentado durante los noventa minutos, una imagen que hoy se recuerda con respeto y ternura. Detrás, sus ayudantes Claudio Úbeda y Leandro Somoza lo observaban atentos, sabiendo que “Miguelo” ya jugaba un partido distinto. Miguel Ángel Russo no fue solo un técnico exitoso; fue un ejemplo de dignidad y coherencia en un ambiente muchas veces turbulento.
Nunca buscó titulares, nunca hizo de su enfermedad un espectáculo. En sus últimos años, cuando las recaídas lo mantenían en casa, siguió planificando entrenamientos, revisando videos, pensando en el equipo. “El fútbol no es ganar o perder; es enseñar y dejar algo en los demás”.
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