El 1 de octubre, Ecuador se une al mundo en la celebración del Día Internacional del Café, una fecha instaurada en 2015 por la Organización Internacional del Café (OIC). La jornada busca rendir homenaje a millones de caficultores y resaltar la sostenibilidad de un producto que mueve miles de millones de dólares. En Ecuador, donde el consumo crece pero la producción cayó dramáticamente desde su auge histórico en Manabí y Jipijapa, la fecha invita a reflexionar sobre retos y oportunidades.
Ecuador y su lugar en la producción mundial de café
A nivel global, la producción está dominada por Brasil, Vietnam e Indonesia, que concentran más del 55% del mercado mundial. Solo Brasil produjo en 2023 3,42 millones de toneladas, mientras que Vietnam aportó 1,96 millones e Indonesia 0,75 millones, según datos de la FAO.
En contraste, Ecuador ocupa posiciones rezagadas con apenas 93.000 sacos de 60 kilos en 2023, equivalentes a 5.580 toneladas métricas. Esto significa menos del 1% de la producción global. Aunque el país cultiva tanto Arabica como Robusta, su aporte resulta marginal.
El retroceso es notorio. En los años 70, Ecuador producía más de 2,5 millones de sacos anuales. Hoy no alcanza el 4% de ese volumen.
El declive de la caficultura ecuatoriana
El país enfrenta varios problemas estructurales. Las plantaciones envejecidas rinden apenas 400 kilos por hectárea, una cifra muy baja frente a Colombia o Brasil.
La productividad por hectárea en Ecuador es de unos 6.7 sacos de 60 kg por hectárea. Colombia, produce 31.2 sacos por hectárea y Brasil 29.4 sacos por hectáreas en promedio. Ellos lo hacen gracias a tecnología y condiciones favorables, aunque varía por región y variedad.
Otro problema de Ecuador es la migración de jóvenes del campo, lo que provoca falta de mano de obra.
La caída de precios internacionales desde los años 80 golpeó con fuerza. El mercado global se inundó de café vietnamita barato, lo que volvió poco rentable al producto ecuatoriano. Muchos agricultores migraron a cultivos como el banano o la palma africana.
A ello se añaden factores climáticos, sequías y enfermedades como la roya, que en 2012 afectó severamente las plantaciones. “El café ecuatoriano perdió competitividad por falta de inversión y por la ausencia de políticas estatales sostenidas”, admiten representantes de Anecafé, el gremio exportador.
Jipijapa, la “Sultana del Café”
La historia del café ecuatoriano no puede contarse sin Jipijapa, en Manabí. Desde 1860, el cantón vivió un auge que la convirtió en la Sultana del Café, llegando a aportar el 38,6% de la producción nacional. Desde el puerto de Manta, el grano manabita viajaba hacia Europa y consolidaba una identidad regional.
Pero la crisis de los años 80 y 90, sumada a la deforestación, plagas y falta de inversión, desplomó el sector. Hoy, Jipijapa conserva producciones familiares, pero dejó de ser el motor que fue durante décadas. El peso cafetalero se desplazó hacia Loja, Imbabura y la Amazonía, donde se impulsa el café de especialidad.
El consumo nacional: cafeterías en auge
Mientras la producción decae, el consumo en Ecuador crece. Según Anecafé, cada ecuatoriano bebe en promedio 1 kilo de café al año, equivalente a 80-100 tazas. Aunque está lejos de países nórdicos, la tendencia es al alza.
El Servicio de Rentas Internas (SRI) registró un aumento de cafeterías: de 9.000 en 2018 a 13.407 en 2023. Esto refleja una transformación cultural. La mayoría de consumidores aún opta por café soluble (95% del mercado), pero las nuevas generaciones exploran opciones artesanales, de especialidad y preparaciones frías.
“El café refleja estilos de vida diversos. Para algunos es rapidez, para otros es ritual y origen. La tecnología ayuda a que cada persona encuentre su preferencia”, explicó Paolo Novasco, Head de Quick Commerce de PedidosYa en Ecuador.
Preferencias y hábitos de consumo
Un informe de PedidosYa muestra que los pedidos de café crecieron 32%. Guayaquil, Quito, Cuenca y Manta lideran la demanda. Los picos se registran entre las 9:00 y 10:00 de la mañana y entre las 18:00 y 19:00 de la tarde, especialmente los lunes y domingos.
En cafeterías, el cappuccino es la bebida más solicitada, seguido del latte, el americano, el frappé y el mocaccino. Las ciudades de Guayaquil y Quito encabezan el consumo, con Cuenca, Ambato y Santo Domingo detrás.
“El café sigue siendo parte esencial de la rutina diaria y refleja hábitos claros sobre qué, cuándo y cómo se prefiere”, añade el informe.
Ecuador necesita revitalizar su caficultura. Programas de renovación de plantaciones buscan elevar la productividad y el enfoque en café de especialidad abre puertas de exportación. Mientras tanto, el consumo interno seguirá dependiendo de importaciones: 300.000 sacos anuales frente a los 150.000 que produce localmente.
El Día Internacional del Café en Ecuador, el desafío está en equilibrar tradición y modernidad, recuperar la producción y mantener vivo el ritual que acompaña su consumo.
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